En Neuron, Centro de Neuroaprendizaje, estimulamos el aprendizaje de tus hijos, identificando su perfil de desarrollo neuropsicológico, cognitivo, emocional, perceptual y social, trabajando a favor de su máximo potencial.
Cuando los niños pequeños están observando pantallas, pueden perder oportunidades importantes para practicar y dominar las habilidades interpersonales, motoras y de comunicación.
Estudios han encontrado que ver excesivamente las pantallas en la niñez temprana se relaciona con retrasos a nivel cognitivo, en el lenguaje, a nivel socioemocional y en los ámbitos académicos y físicos (Madigan, 2020). También se ha demostrado que el tiempo en pantalla está relacionado con tasas de depresión infantil cada vez más altas.
En relación al lenguaje, la evidencia sugiere que un incremento en la cantidad de exposición a las pantallas está relacionado con una adquisición tardía del lenguaje (Madigan et al., 2020).
Esto debido a que, cuando el niño está expuesto a las pantallas, no participa de intercambios verbales. Dichos intercambios verbales son los que promueven la comunicación y adquisición del lenguaje.
Otra consecuencia del uso de pantallas en niños es la cantidad y calidad del sueño. El uso generalizado de pantallas y la normalización de los dispositivos electrónicos en los dormitorios se asocia con la falta de sueño, situación que afecta al 30% de los niños pequeños, preescolares y niños en edad escolar.
Se sabe que cada hora dedicada a las pantallas en niños, se asocia con 3 a 8 minutos menos de sueño nocturno y niveles más bajos de consistencia del mismo. La luz azul de los dispositivos móviles afecta a la producción de melatonina, sustancia necesaria para conciliar el sueño.
No olvidemos compensar estos procesos favoreciendo el neuroaprendizaje con actividades fuera de los dispositivos electrónicos como el juego libre, el dibujo, los juegos de mesa, la interacción social y las actividades al aire libre.
La autorregulación es un proceso por el cual una persona responde al interjuego entre sus propias necesidades y la relación con el ambiente. Al tener carácter de proceso, implica un desarrollo y un aprendizaje que transcurre desde que el niño nace, de forma particular y subjetiva.
Un ejemplo que permite visualizar muy claramente este proceso es cuando el recién nacido tiene hambre. Si bien en ese momento no puede manifestarse a través de la palabra, su forma de dirigir la búsqueda para satisfacer su necesidad es mediante el llanto.
Para que el proceso de autorregulación se desarrolle de forma saludable, el bebé requiere de un adulto referente que oficie como mediador entre sus necesidades y la satisfacción de las mismas.
Mientras el niño va desarrollando diferentes aspectos intelectuales, las posibilidades de autorregulación se expanden. En consonancia con estos aportes, a medida que el niño crece, en su entorno se espera un comportamiento más exigente y que se adecue a los comportamientos aceptados por la sociedad.
Ciertamente, en algunas oportunidades esto no sucede, generando así una irrupción entre lo que se espera y lo que sucede. En consecuencia se produce, por ejemplo, situaciones de frustración tanto en los padres (que se adjudican la culpa en el comportamiento), así como también en el niño (que no comprende qué es lo que está haciendo de forma errónea).
El proceso de autorregulación forma parte de la crianza de los niños. En consecuencia, es necesario que los adultos que se encargan de ello tengan en cuenta que:
• La observación en el desarrollo es el punto de partida. Es necesario detenerse y conectar con la forma en la que se desarrolla el niño. Por ejemplo, intentar conocer y discernir entre las necesidades que manifiestan los diferentes llantos del recién nacido.
• Los vínculos estables, cotidianos y previsibles en los primeros momentos del desarrollo son de suma importancia.
• Promover la comunicación concreta y directa desde el nacimiento tiene gran trascendencia. Por ejemplo, mantener el contacto corporal (un beso, una caricia), comportamiento interactivo, tocar y mirar cuando todavía el niño no emite palabras.
• La capacidad de empatizar y devolverlo con palabras genera seguridad y tranquilidad en el niño.
• Promover la autonomía y la toma de decisiones contribuye positivamente en el desarrollo de la autorregulación, permitiendo de esta forma que el niño se equivoque, explore el mundo que lo rodea y se conozca.
• Respetar los tiempos confiando en lo que el niño nos muestra y teniendo la convicción de que es lo mejor que puede hacer en ese momento.
La plasticidad cerebral es una propiedad general del sistema nervioso central.
Con ella, el sistema tiene la habilidad de cambiar la funcionalidad y estructura, en respuesta a cambios o factores externos e internos.
Este proceso se presenta a lo largo de la vida, ya que ayuda a la adaptación de la persona a los cambios ambientales.
La plasticidad cerebral es una de las herramientas que ayuda en la adquisición de capacidades cognitivas. Por lo tanto, esta tiene la facultad de moldear nuestro cerebro para que logre adquirir y mantener los nuevos aprendizajes.
Pudiendo asemejarse, a los efectos del ejercicio físico. Por medio del entrenamiento y la estimulación se hacen modificaciones en nuestro cerebro, lo que completará nuestro aprendizaje.
El desarrollar mejor esta capacidad cerebral, nos da herramientas para enfrentar de mejor manera los desafíos que se nos presentan diariamente.
Por lo tanto, es importante recalcar la importancia que tiene la estimulación del cerebro en todas las etapas de nuestra vida.
Esto no solo ayudará a mejorar nuestras capacidades, si no que servirá de soporte para posibles afectaciones en nuestro futuro.
Si vives en Querétaro, para nosotros será un gran placer apoyarte en temas de Neuroaprendizaje, solo coméntanos cual es la situación en la que requieres apoyo sobre lectoescritura u otros temas.
Zakia, Zibatá, El Refugio; Querétaro, México